lunes, 6 de diciembre de 2010

Matt Jones, el buen samaritano


Matt Jones, un estadounidense de 31 años oriundo de Michigan y padre de cinco hijos, generó un movimiento de solidaridad nacional que va a cruzar las fronteras dentro de poco. Siempre quiso hacer una buena acción y salvar la vida de alguien. Dado que nadie en su familia necesitaba una donación de órganos, decidió irse a un centro de trasplantes de Nueva York para dar un riñón sin ninguna compensación. Sin embargo, no encontró a un paciente compatible con su serología.  El hospital le aconsejó que contactara con el urólogo Michael Rees, un experto en trasplantes que dirige la Alianza para la Donación en Pares en Toledo, Ohio. Una pareja de donante y receptor que son incompatibles entre sí, a causa de la sangre o de los anticuerpos generados por el receptor a las proteínas de las células del donante, buscan a otra pareja que tiene el mismo problema. Averiguan que el donante de una familia es compatible con el receptor de la otra y viceversa. En general, operan a ambos simultáneamente para impedir que una pareja se retracte de hacerlo tras haber recibido el órgano.
Al principio, Michael quería inscribirse sin receptor. Sin embargo, el doctor Rees compartió con él un proyecto suyo. Pensaba en crear una “cadena de buena voluntad”. Es decir que un donante da su riñón a un receptor a condición de que un amigo o un pariente de éste repita el gesto y así sucesivamente.
Entonces, el 18 de julio de 2007, Michael hizo 3.000 kilómetros para acudir a Arizona. Allí conoció a Barb y Ron Bunnell. Barb, una mujer de 53 años, tuvo una enfermedad poliquística renal en su treintena, y desde entonces tenía que someterse a diálisis. Su madre y su abuelo murieron en la cincuentena por esa enfermedad. Ron quería darle su riñón pero la pareja era incompatible. Por lo tanto, Michael se sometió a una operación de cinco horas, con un postoperatorio de un mes, para salvar la vida de esa mujer. En contrapartida, la pareja viajó a Ohio en verano de 2007 y conocieron a Angela Heckman de 34 años, la futura receptora del riñón de Ron. Ella estaba en diálisis desde sus veinte años. Su madre, Laurie de 54 años, no le podía dar su riñón por ser incompatible con su hija. Consecuentemente, Laurie ofreció su riñón a Cecilia Jasienski de 71 años. La hija de ésta hizo lo mismo con un paciente de 41. Ese gesto de donación se repito hasta alcanzar 10 operaciones. La hija de la última receptora, Heleena McKinney tiene el grupo sanguíneo AB y está buscando a un paciente compatible con ella. Esa cadena representa un gesto de solidaridad increíble, ya ha permitido salvar la vida de 10 personas, de entre 29 y 71 años, de todas las capas sociales y de todo tipo de razas. Desde 2007, Rees y su equipo han establecido otras 10 cadenas. De momento, todo el mundo ha cumplido su promesa de dar un riñón. En EEUU, 88.000 personas están en listas de espera para recibir riñones. Esa práctica permite a la gente que reciba un riñón más rápidamente.
España iniciará esas “cadenas altruistas de trasplantes” el año que viene. Esperamos que otros países le pisan a EEUU los talones.

Fuentes:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/cadena/trasplantes/eterna/elpepisoc/20101205elpepisoc_2/Tes

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